Hace unos días leí en post de LinkedIn…
"El diseño va más allá del artefacto que materializa, va incluso más allá de los problemas que resuelve. Indaga en contextos que, a su vez, redefinen la estrategia de la cadena de valor"
… son las palabras de Francis Restoy - Global Head of Design de Multiplica, una organización que ayuda a las empresas a transformar el cómo se relacionan con sus clientes, en un mundo cada vez más digital.
No había leído ni escuchado a alguien que hubiera plasmado de manera tan elocuente ni tan exacta, la importancia del diseño ni su potencial en la conceptualización de soluciones tecnológicas. Porque normalmente el diseño se aprecia mucho en vehículos deportivos, teléfonos celulares o artículos de decoración. Pero en soluciones o herramientas cuyo objetivo es la operación (desde maquinaria, hasta soluciones de software), el diseño se ha dejado a veces de lado.
En los servicios financieros, esto nos es distinto. Pareciera ser que todas o la gran mayoría de las soluciones orientadas al sector, para la administración de cartera, fueron pensadas con la premisa: “hagamos algo feo”.
Y viendo la historia de aquellos jugadores que crearon las soluciones que hasta hace poco eran la única opción disponible, uno se da cuenta del por qué. Es decir, son soluciones creadas durante la década de los 90 y algunas durante los primeros años del 2000, donde no existía una sinergia entre las áreas de tecnología responsables de la construcción del “software” y aquellas responsables de la definición.
Un poco de historia (qué tiempos aquellos). Se generaban documentos funcionales interminables con descripciones muy detalladas sobre las necesidades, con la premisa de no incluir detalles específicos sobre “botones, enlaces, paneles, campos o pantallas” …porque “el cómo era responsabilidad de TI”. Esto detonaba discusiones como las del senado griego, sobre el límite de las atribuciones y responsabilidades de cada área se ponía siempre en tela de juicio.
Con base en esos documentos funcionales, el área de desarrollo generaba otros técnicos que describían (tecnológicamente) qué se iba a ser. Estos documentos después se compartían con los desarrolladores para “tirar código”.
En todo este proceso, el sólo pensar en ajustar algo sobre la marcha, una vez aprobado-confirmado-firmado el documento, se consideraba un pecado. Eran ajuste que detonaba un “CAMBIO DE ALCANCE” …frase más temida para cualquier líder de proyecto, porque un cambio de alcance tenía afectaciones en el plan de trabajo (tiempos y costo) y claro, expectativas.
Aun así, los cambios de alcance eran cosa de todos los días. Porque quienes planteaban el “qué”, a veces se daban cuenta de ligeros ajustes que no se habían contemplado o identificaban que la definición no empataba totalmente con las necesidades de negocio. Por otra parte, los que hacían “el cómo” (tecnología) no tenía la sensibilidad del “por qué” de esos cambios. Esta desalineación daba (y sigue dando) como resultado, soluciones que tecnológicamente funcionan, pero que carecen de ese “sex appeal” que el diseño puede aportar.
Y es que, para obtener un resultado distinto, hay que hacer las cosas de manera distinta (como lo dijo Einstein). Es necesario romper con esa inercia donde alguien escribe y otro interpreta para crear una solución. Ambos actores deben trabajar en conjunto para poder crear algo verdaderamente que ayude a quien lo usa, incorporando lo mejor de todos: perspectiva de negocio, funcionalidad tecnológica, así como diseño seductor e intuitivo.
Este enfoque no es nuevo, lo aplican las empresas más ágiles de todas las industrias: Airbnb, Rappi, Didi, Apple y muchos más; y ahora los bancos se han dado cuenta de ello y lo han ido implementando.
Sin embargo, en el sector financiero no bancario (donde nosotros jugamos), este enfoque requiere impulso. Por esta y otras razones, creamos Croop, porque una solución para la administración de cartera no sólo debe ser tecnológicamente robusta, sino también funcional, intuitiva y seductora (por qué no). Nosotros creemos que la herramienta con la que trabajas, debe invitarte a trabajar. Es por ello, que Apple o Microsoft han invertido tanto este parte (diseño), poniendo por delante la experiencia de quien utiliza y consume el producto, incluso encima de la robustez y potencia del producto en sí, porque este puede y debe ir evolucionando con el tiempo y la propia experiencia de uso.
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G.
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Por Gustavo Solorio, Co-Fundador de Croop.
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