El “cómo” siempre es complicado, pero el “qué” es aun más. Es normal tener dudas ante decisiones, porque tomar una decisión no es fácil y menos cuando ésta impacta el futuro de una organización. Una mala decisión puede ser catastrófica y eso hace que definir la estrategia no sea una tarea fácil.
Cuando hablamos de innovación, esta decisión tiene ciertos matices que agregan un grado más de complejidad, porque hay que decirlo, no todos hablan el idioma de la tecnología y todos los proveedores hablarán maravillas de su solución. Extraño sería que no lo hicieran.
A veces los tomadores de decisión que no están tan cercanos al lenguaje digital, y no tienen otra opción que escuchar las propuestas, consejos y puntos de vista con el fin de accionar con base en lo que les haga más sentido y, por eso, la responsabilidad de tomar decisiones no es trivial.
Por esta razón te proponemos tres enfoques que, desde nuestra perspectiva, pueden ayudar a tu organización a acelerar en el terreno digital.
1. Menos es más
No te estamos diciendo nada nuevo, pero en el terreno digital, las soluciones que sean complejas de embeber en la organización, serán complejas en su evolución y mejor continua. Y no solamente complejas, sino costosas.
Con esto, no significa que la solución debe ser incipiente. Por el contrario, debe ser una solución o herramienta robusta, pero con la flexibilidad necesaria para poder adoptarla fácilmente y que permita, con poco esfuerzo, ajustar parámetros para entregar una oferta de valor (interna y externamente) ajustable de acuerdo con los requerimientos de negocio, apetito de riesgo y expectativas de los clientes.
Menos es más, cuando algo que por naturaleza es complejo puede ser ajustado en un enfoque sencillo, simplificado y adaptable, tanto en tiempo como en costo, al mismo tiempo que tenga el potencial para acoplarse a los cambios futuros.
2. No es tecnología o negocio, son las dos
Cualquier solución y/o proveedor tecnológico, debe poder comprender la esencia del negocio. Debe vivir y conocer las entrañas de los servicios financieros y no únicamente poner en la mesa software que realice A o B acción. Por el contrario, las soluciones deben ser conceptualizadas para una integración 360 a través de todo el ciclo de vida de productos y contratos.
No se trata de “programar”, sino de entender y atender las necesidades de un modelo de negocio que es cambiante de acuerdo con uno o varios acreditados modelo en segmento, perfil, oferta de valor, grado de digitalización, expectativa, objetivo del producto y otros atributos más que hacen que cada crédito o arrendamiento tengan “sabores” distintos y, por tanto, enfoques distintos.
La tecnología debe servir para ser un habilitador de lo anterior, anticipándose a las implicaciones a través de ajustes en cualquier punto de la cadena de valor; desde la perspectiva comercial vinculada al “onboarding”, hasta el seguimiento y administración que en un cierre exitoso del contrato (cobranza).
Por tanto, no se trata de tecnología, sino de un acompañamiento a través un combo de herramientas, experiencia, innovación y comprensión del negocio en un esquema de co-creación (tenemos un artículo que habla de ello, que te dejo aquí).
3. Agilidad, ante todo
Pareciera que la palabra “ágil” está de moda. Todos se dicen ágiles, pero muy pocos lo son. El enfoque ágil debe poder atender necesidades, no de manera inmediata, pero sí a través de un enfoque de sencillez y simplificación, donde los procedimientos burocráticos deben reducirse al mínimo, dando mayor importancia a la solución.
Un enfoque ágil no es el que otorga una funcionalidad completa y robusta de manera inmediata, sino aquel que puede ofrecer una innovación constante. Es decir, con funcionalidades que vayan mejorándose al mismo tiempo que ofrecen un valor incremental con el tiempo.
Una perspectiva donde para toda idea o iniciativa se requiere un proyecto y presupuesto, en esencia no es ágil; porque no da cabida a la experimentación ni a la evolución paulatina y mejora continua. La agilidad es un modo de pensamiento que, como decimos en Croop: “todos los días algo nuevo, aunque sea pequeño”.
No se trata de elegir al proveedor más grande o con más años de experiencia, sino aquel que te acompañará y permitirá hacer frente al futuro desde un presente fundacionalmente innovador.
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G.
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Por Gustavo Solorio, Co-Fundador de Croop.
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